Todo se borraba y se escribía encima.
Unas ideas mataban a otras ideas.
Pero las ideas siempre se resisten a morir.
Cumplirán su profecía los animales rabiosos
que se esconden en el papiro inmóvil del Vaticano,
en los mapas de navegación, en las correspondecias ilustres
y en todos esos anales con papeles ocultos
con verdades escritas
como para cambiar el orden de las cosas, por una vez.
Nosotros, hacemos nuestra parte.
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