La grandeza de lo frágil
Sololoy , un “homenaje a los amigos imaginarios inventados durante infancias”.
Ahora que la comunicación humana toma rumbos de creciente paradoja, el teatro se afirma en su potencia para convocar formas variadas de intimidad colectiva, para generar contrapesos, miradas propias y originales, que oponen lucidez al embrutecimiento mediático. El teatro se afianza en su capacidad para generar experiencias auráticas, para llevar la imaginación a sitios ignorados, olvidados, capaces de resignificar el vacío, el dolor, el sinsentido de las masivas soledad y confusión humanas.
Hay propuestas radicales con poder para estimular positivamente nuestras emociones y pensamiento, que no figuran en las carteleras. Una de ellas es Microscopía Teatro, fundado en 2003, por intérpretes de México y España. “Teatro de objetos, sombras y juguetes baldío escénico construido del desperdicio de las sensaciones”, se le define en su espacio en la red. Shaday Larios, directora de esta compañía, quien luego de obtener su doctorado en Barcelona ha vuelto a México, tiene en su repertorio aquí dos obras: La virgen del armario, estrenada en España (y que tuvo hace poco su primera función en el DF en El Vicio) y Sololoy, cámara mental de los niños solos, que recién inició sus presentaciones en abril en el Museo del Juguete, en la Doctores. De ahí Sololoy ha pasado a casas, sótanos y otros espacios. El domingo 24 de julio se le pudo ver en la sede de Teatro Tinglado, en Francisco Sosa 298. Sololoy (palabra en argot mexicano para la voz inglesa celluloid, y que se ha vuelto sinónimo de vulnerabilidad) es “homenaje a los amigos imaginarios inventados durante infancias de niños abandonados y a las presencias invisibles que acompañan la soledad de la gente de la tercera edad”.
En el escenario sede de la compañía de Pablo Cueto, se fue desarrollando más que una historia, una combinación de ideas y sensaciones en torno de la desolación y la esperanza. Una muñeca que habita la intemperie llega a un hogar, una pequeña caja negra de cartón, que deja ver que se trata de la casa de los niños abandonados, al brillar desde su interior una lamparita. Este devenir se teje con la manipulación de objetos a cargo de Shaday e Izaua, su hermana. El sonido es contrapunto y piedra angular con las imágenes, para crear momentos de fuerza emotiva. El tema de Girl, de The Beatles, en variaciones para piano, fue creando una atmósfera que me llenó de luto el corazón, más aún cuando una joven y quebradiza voz femenina, reproducida en grabación, susurró la letra. La mesa cubierta de negro se convirtió en un pedazo de la ciudad, donde una zapatilla brillante evocó el sueño de una niña desolada que quiso ser princesa, donde los objetos animados por la presencia humana articularon una poética de lo vivo, del inicio y la agonía.
La protagonista, pequeña y desnuda muñeca de sololoy, me lanzó con su paradoja de ser objeto y estar animada, a la frontera de la ternura y lo siniestro. Fue pasadizo a una dimensión poblada de recuerdos. Durante la breve función, de atmósfera íntima, casera, Microscopía echó mano de los recursos del juego infantil para dar cuenta de las desventuras de la consciencia adulta. Esa tarde lluviosa el mayor consuelo estuvo en la belleza inesperada de algunas imágenes, la revelación aquí y allá de grandeza en lo cotidiano y pequeño. En este compuesto de contrastes, se escucha en off, en varios momentos, la voz dulce, cansada y paciente de una anciana que da pistas sobre el periplo de la muñeca-niña por la ciudad. Dolió esa voz de una manera reconfortante, en la posibilidad de compartir lo humano, lo sutil, con las presencias en la escena y los demás espectadores: “Cuando te formas en la calle la vida se hace una con todo —dice la anciana—, los perritos hambrientos contigo, las banquetas contigo, los puentes son techos, las cajas cobijas, las fuentes de los parques una habitación para limpiarse; pero si hay una cosa que aprende un niño abandonado en las calles es a sobrevivir protegiéndose con lo que los gigantes no ven; es un pacto con cosas invisibles (…) la ciudad es un lugar dentro (…) todo está adentro contigo cuidándote, hasta que un día alguien se apiada, te recoge y te lleva”.
Para saber dónde y cuándo se puede ver Sololoy, viaje en busca de poesía en el escenario, que emprende una de las voces más experimentales y reflexivas que van surgiendo en el teatro mexicano, consultar: www.microscopiateatro.blogspot.com.
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